¿Quíen soy?

Normalmente siempre escuchamos el concepto de ahorro y pensamos inmediatamente en una cuenta bancaria, una inversión o una alcancía. Debemos tener en cuenta que siempre hay que buscar un objetivo concreto para comenzar a ahorrar; al igual que un plazo para no desesperar en el intento.

¿Para qué lo necesito? ¿Qué deseo conseguir? Trazar una idea correcta de separar una parte de nuestros ingresos con un fin especifico puede resultar clave para comenzar de manera correcta.

El plazo también es importante, puede consistir en un viaje, un bien o una mejora académica, a largo plazo podría ser el retiro o la adquisición de un inmueble. Es necesario definir un objetivo bien definido para no caer en la desesperación de no ver algún fruto en nuestro ahorro.

Tampoco debemos olvidar que los créditos no son una extensión de nuestro sueldo o ingreso, aunque suene trillado siempre es importante no considerar nuestras oportunidades de financiamiento como una parte de nuestra capacidad ahorrativa.

Las “Tandas” también resultan una alternativa para conseguir una suma considerable en un corto tiempo, sin embargo, después resulta complicado el solventar los números subsecuentes al nuestro, sin olvidar que en ocasiones los organizadores pueden fallar en el pago de estos y truncar nuestra aportación.

Existen instrumentos de inversión regulados por el gobierno, los CETES por ejemplo. que nos otorgan un rendimiento en función de nuestro capital y el tiempo que lo conservamos en el mismo. Lo importante es recibir un incremento, aunque sea pequeño de lo que estamos aportando. Antes era complicado, pero ahora existen aplicaciones para poder realizar depósitos y retiros con todas las medidas de seguridad.

Cabe mencionar que a largo plazo las aportaciones voluntarias a nuestra AFORE son deducibles de impuestos, es decir, es posible obtener un saldo a favor al realizar nuestra declaración anual de ISR con dichas aportaciones.

Lo más importante del ahorro es generar una conciencia de “Pagarnos primero”, el error más común es ahorrar lo que nos queda al final de nuestra quincena o nuestros pagos de honorarios. Tener paciencia pues los frutos de estos nos darán la satisfacción necesaria para proponer otras metas de ahorro, ya sean a corto o largo plazo.